1 jul 2011

BIENAVENTURADO LOS POBRES...


Le doy mi necesidad a cada flirteo del viento,
pero sólo suple este vacío con aire hueco.
Le doy mi desesperación al
charlatán o al vagabundo,
y veo cómo manchan y pisotean su nombre.
Le doy mi necesidad a mí ‘yo’
y contorsiono mi alma
para que se consuele a sí misma.
Mi necesidad es una vulgar meretriz .
No hace diferencias.
Estas necesidades mías que aireo...
Comodidad, dí mi necesidad a una madre falsa.
Conocimiento, lo dí a un ideal atrofiado.
Amor, lo dí a cualquier perro hambriento.
Necesito lo que no comprendo y no voy a admitir,
así pues arrojo mi pobreza sobre
cualquier altar que me supla algo.
La ambición, tan sólo la senda de la necesidad
para hallar su valía.
La codicia, meramente el hambre de un alma cavernosa.
El odio, el explosivo concentrado por un dolor de amor.
La vergüenza de mi carencia le tienta a mi orgullo a mentir.
La desnudez del desamparo me hace
vestir mis huesos con palabras grandilocuentes.
Yo soy la necesidad. Todo en mí es necesidad.
Incluso mi generosidad es mi necesidad... de dar.
No puedo saber, no puedo producir.
No puedo amar, ni durar, ni ser.
Pero ésas son revelaciones viejas.
Ya no me asusto... son hechos familiares
de una insuficiencia adquirida al nacer.
No hay nada que yo NO necesite.
Nombra cualquiera y habrás dicho mi necesidad.
Arrostrar la cara espantosa de la necesidad
es la muerte al orgullo,
ese monstruo autodidacta.
Y aquellos que rechazan la necesidad, no la tendrán.
La abjecta necesidad es una manera de vivir,
no un lugar para visitar alguna vez.
La pobreza que desprecio es el tesoro
con el que puedo comerciar.
¡La insuficiencia es gloria! ¡Gozo! El regalo
divino de la oportunidad.
Mi pobreza es mi perla brillante.
Necesidad, la escalera directa a Dios.
El evangelio viene tan solo para el pobre... como yo.
Mi necesidad es la energía que me mueve...
la motivación de buscar,
la fuerza de la acción,
¡la fuente de la creatividad!
Tendrás tanto como estés dispuesto a necesitar.
Le esperas a Él en la medida en que no tienes otra
fuente.
Y cuando esperas... Él viene.
¡Oh, gloria! Él contesta a la necesidad.
Él visita a la pobreza. Sólo a ella... a nadie más.
Jesús, el nombre de los ricos cumplimientos,
Él mismo, el banquete de abundante provisión.
Él, el que brinda la vida mejor,
El Perfecto Proveedor de la insuficiencia humana.
Jesús, Jesús. Sólo Él.
Mi necesidad —cruda y abierta médula–
le pertenece a Él... no a mí,
no a ti
sino a Él... exclusivamente.
Donde son satisfechas mis voraces necesidades,
allí pondré una fe por siempre leal.
La fe no es algo que adquieres como una ganancia.
Es aquello a lo que eres reducido.
La fe desnuda en Dios Padre es una humillación,
la última cosa que consentirás, y
sólo cuando
todas las rocas se hayan desmenuzado...
como el polvo.
Reúno mis inconfesables necesidades
que he sembrado, ya sin raíces, en
tierra extraña,
y las llevo a Tu trono.
No las pongo a Tus Pies,
Ni las pongo en Tus Manos.
Las planto en Tu Expléndido Corazón
para que arraiguen allí, donde sobreabunda riqueza
para cada uno de mis procederes.

Copyright © Martha Blaney Kilpatrick

No hay comentarios: