1 may 2008

Virginidad

Guárdate para tu Esposo!
Lo que sigue es un testimonio de la vida real
(Los nombres usados son ficticios)

Sandra, fue una jovencita común y corriente y vivía una vida normal como la mayoría de los jóvenes de su edad. A los trece años se sintió atraída por Jerry, un joven de quince el cual le correspondía igualmente. Por un tiempo tuvieron una amistad tan pura y hermosa que solamente se dispuso a ceder que éste le tomara las manos con amor y ternura. El tiempo pasó y esa relación de niños terminó tal y como comenzó sin dejar huella alguna de tristeza ni sinsabor.

Al cabo del tiempo, más adelante en la adolescencia, otro joven, Matt, puso su mirada en ella y comenzaron un noviazgo, atraídos ambos por un sentimiento de amor. En una ocasión, habiendo disfrutado de una fiesta con amistades y familiares, un amigo de ambos se ofreció a llevarlos a cada uno a su casa juntamente con otra pareja, Sally y Carlos. El "buen" amigo se hizo el gracioso y desvió su ruta hacia otro lugar, saliéndose de las inmediaciones de la ciudad para propiciar entre ambas parejas un momento de "esparcimiento" en la carretera. Sally y Carlos, aprovechando la ocasión, comenzaron a prodigarse su "amor" sin reparo alguno. Matt besó a Sandra en la mejilla y quiso besar su boca ... y ¿saben qué? Esto provocó que esa relación terminara. Sandra no estuvo dispuesta a permitir que en esas condiciones y en ese lugar y de esa manera Matt la besara. Se respetaba demasiado a sí misma por lo que no estuvo dispuesta a cederse ni un ápice. Más tarde Matt la llamó para disculparse, pero ya era demasiado tarde, Sandra había sufrido una desilusión muy grande por el comportamiento de Matt y el mal, pobre y triste ejemplo de Carlos y Sally.

Quiero hacer claro que Sandra no conocía al Señor JESUS aún, pero tenía temor de Dios y estimación y respeto por sí misma y por su familia. En su corazón estaba bien grabada la firme decisión y determinación que tomó un día, de que su cuerpo sería tocado solo y exclusivamente por el hombre que algún día sería su esposo. Se lo propuso y lo logró porque era el anhelo de su corazón. Se valoraba muy alto para permitir que cualquier atrevido fuera a robarle lo que para ella era su mayor tesoro, su castidad.

Llegó el día de su boda, el momento con el que sueña y anhela toda joven; se casó ante el altar de la Iglesia con traje blanco, color que simboliza la pureza, y que en su caso fue una realidad, no falsedad ni engaño. Solo un hombre la ha tocado, su esposo, y es con mucho orgullo que lo testifica pues el haberse guardado única y exclusivamente para su marido le ha resultado en muchas y ricas bendiciones. No tiene nada de qué avergonzarse y vive agradeciéndole a Dios toda la vida el que la haya guardado

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